Para comenzar, el terapeuta coloca una mano debajo del tronco del paciente, y con la otra en el tórax, realiza sucesivas presiones en el centro del pecho. De esta forma, se logra liberar la respiración, horizontalizar las costillas y aumentar la capacidad pulmonar.
El especialista coloca un dedo en la planta del pie y otro sobre el empeine y con la yema, presiona en toda la superficie elongando cada uno de los dedos. Esto crea una buena base de apoyo para el resto del cuerpo y permite que los arcos del pie funcionen como verdaderos amortiguadores.
El paciente se sienta en un banco con la espalda bien derecha y luego la flexiona contra la presión ejercida con los codos y puños del especialista. Así se elonga toda la musculatura de la zona posterior del cuerpo.
Acostada boca abajo, el trabajo se realiza sobre los pies, la parte posterior de las piernas y en toda la columna. El objetivo es ubicar la cabeza sobre los hombros y lograr que el sacro se mueva con la respiración y que forme parte de la columna vertebral. Las distintas maniobras realizadas con los puños, los codos o la yema de los dedos permiten alcanzar distintas profundidas.
Desde el brazo hasta llegar a la punta de los dedos de la mano, las maniobras realizadas permiten eliminar las pequeñas contracturas que también pueden existir en esta zona y que. si no se trabajan, podrían llegar a trasladarse hacia otras regiones corporales.
Con la presión suave de la yema de los dedos, se logra ubicar a los huesos en su lugar y de esta forma, se eliminan las contracturas. Esta zona es muy propensa a las lesiones y por eso, se trabaja en todo el tratamiento.
El especialista coloca un dedo en la planta del pie y otro sobre el empeine y con la yema, presiona en toda la superficie elongando cada uno de los dedos. Esto crea una buena base de apoyo para el resto del cuerpo y permite que los arcos del pie funcionen como verdaderos amortiguadores.
El paciente se sienta en un banco con la espalda bien derecha y luego la flexiona contra la presión ejercida con los codos y puños del especialista. Así se elonga toda la musculatura de la zona posterior del cuerpo.
Acostada boca abajo, el trabajo se realiza sobre los pies, la parte posterior de las piernas y en toda la columna. El objetivo es ubicar la cabeza sobre los hombros y lograr que el sacro se mueva con la respiración y que forme parte de la columna vertebral. Las distintas maniobras realizadas con los puños, los codos o la yema de los dedos permiten alcanzar distintas profundidas.
Desde el brazo hasta llegar a la punta de los dedos de la mano, las maniobras realizadas permiten eliminar las pequeñas contracturas que también pueden existir en esta zona y que. si no se trabajan, podrían llegar a trasladarse hacia otras regiones corporales.
Con la presión suave de la yema de los dedos, se logra ubicar a los huesos en su lugar y de esta forma, se eliminan las contracturas. Esta zona es muy propensa a las lesiones y por eso, se trabaja en todo el tratamiento.