LA GIMNASIA DEL QIGONG

El qigong es, ante todo, una gimnasia de salud cuyo fin es restaurar el justo equilibrio entre el cuerpo y el espíritu. Así se practica:

- El movimiento invisible
En apariencia nada se mueve o casi. Los brazos y las manos se elevan con suavidad, dibujando en el espacio círculos y espirales. El tronco y la cabeza pivotean lentamente alrededor de su eje central, mientras que el peso del cuerpo se desplaza apenas de una pierna a la otra o de adelante hacia atrás. Una danza silenciosa en la que se mantienen los ojos cerrados para concentrarse, donde las figuras parecen repetirse sin fin, en un orden inmutable. El espectador desconcertado o atraído, comprende enseguida que todo sucede en el interior. Porque, aunque no hay ningún esfuerzo muscular visible desde el exterior, adentro todo se está moviendo.


- Respiración enriquecida.

El qi es, para la medicina china tradicional, el principio de la respiración vital, que anima a todo ser viviente y que liga el cuerpo y el espíritu al cielo y a la tierra, al cosmos. Si esta energía vital se halla en cantidad suficiente y circula bien en el organismo, éste se comporta bien. Entonces hay equilibrio entre el yin y el yang, esas dos energías opuestas, complementarias e indisociables. Pero este equilibrio no es estático. Está siempre en movimiento. Cuando se fortalece la respiración se está al mismo tiempo enriqueciendo la sangre. 

Las dos circulaciones están estrechamente ligadas, si la sangre circula mejor, los órganos están bien irrigados y los diferentes metabolismos celulares se ejecutan mejor. La finalidad profundamente dinamizante del gigong es ayudar a una mejor circulación de los flujos energéticos. Es por eso que siempre se realiza una sucesión de movimientos lentos (jamás posturas estáticas). Todo se encadena y nada se detiene. La energía corre dentro del cuerpo, así como el verano sucede a la primavera, y el calor sigue al frío.

QIGONG: EL ARMONIZADOR DEL PESO

No se puede vivir del aire. Esta afirmación popular tan evidente, tal vez no sea completamente indiscutible. Eso parece asegurar un nuevo método para adelgazar llegado de China. Se conoce como qigong y dicen quienes lo probaron que es sumamente sencillo y que se pueden soportar hasta diez días de ayuno sin sentir el mínimo malestar. Pero el qigong, si bien se hizo célebre por sus virtudes para hacer adelgazar a obesos impacientes, paradójicamente es una disciplina que exige constancia y una proverbial paciencia china.

No se aprende de una vez y para siempre en un curso acelerado. Sus practicantes más fieles saben que se trata de una forma de vida que persigue no sólo el bienestar físico, sino también el espiritual. Tal vez por sus maravillosos efectos y su relativa simplicidad (lo único que se necesita para aprenderlo es un poco de aire) esta práctica se esté haciendo cada día más popular. Así lo prueba el hecho de que es practicado por uno de cada veinte chinos, para conservar la salud, según la Asociación de Investigación Científica de Qigong de China, además de la creciente cantidad de institutos que ofrecen su enseñanza en nuestro país.