Conocido también por bío-retroalimentación o bio-regeneración, parte del principio de que si tomamos conciencia de una función corporal de la cual normalmente no somos conscientes, resulta más fácil controlar esta función.
El biofeedback combina la moderna y sofisticada tecnología electrónica con el antiguo conocimiento de los yoguis sobre el autocontrol y ha sido usado tanto en la profundización de experiencias de meditación como en el combate de innumerables problemas de salud, que van desde los dolores de cabeza hasta el estrés.
Los principios generales que rigen la técnica de biofeedback fueron establecidos en la década del 60 por científicos norteamericanos en investigaciones aisladas. Alice y Elmer Green, Joe Kamiya y Neil Miller, fueron los precursores. Ellos descubrieron que los signos esencialmente mudos del sistema nervioso autónomo (simpático y parasimpático) podían ser monitoreados, o sea, ampliados y visualizados de tal forma que permitiesen un registro fiel de los acontecimientos corporales que normalmente están fuera de nuestro alcance perceptivo.
Así, de la misma forma que el electrocardiograma (ECG) monitorea la actividad cardíaca, el electromlograma (EMG) empleado en el biofeedback revela las fluctuaciones tensiona-les de los músculos.
Este registro continuo, perceptible y fidedigno es usado tanto en la elaboración del diagnóstico como en la aplicación de la terapia. Paciente y terapeuta actúan en conjunto, con el primero desarrollando un proceso propio de aprendizaje corporal. Los especialistas aseguran que en seis sesiones de treinta minutos cada una, cualquier persona es capaz de aprender más sobre el propio cuerpo y su postura que durante años de entrenamiento tradicional.
Entre los instrumentos usados en el campo del biofeedback se incluye el medidor de la resistencia eléctrica de la piel capaz de medir el estado de relajación de un individuo. Cuanto mayor la resistencia de la piel al pasaje de la corriente eléctrica, mayor la relajación y viceversa. Otro equipo, el electroencefalógrafo, hace una lectura detallada de las ondas cerebrales del individuo, que van desde las del tipo beta de alta frecuencia (ritmo del estado de vigilia) pasando por las ondas alfa (estado de relajación), ondas teta (semiadormecido), hasta delta (sueño profundo).
El biofeedback combina la moderna y sofisticada tecnología electrónica con el antiguo conocimiento de los yoguis sobre el autocontrol y ha sido usado tanto en la profundización de experiencias de meditación como en el combate de innumerables problemas de salud, que van desde los dolores de cabeza hasta el estrés.
Los principios generales que rigen la técnica de biofeedback fueron establecidos en la década del 60 por científicos norteamericanos en investigaciones aisladas. Alice y Elmer Green, Joe Kamiya y Neil Miller, fueron los precursores. Ellos descubrieron que los signos esencialmente mudos del sistema nervioso autónomo (simpático y parasimpático) podían ser monitoreados, o sea, ampliados y visualizados de tal forma que permitiesen un registro fiel de los acontecimientos corporales que normalmente están fuera de nuestro alcance perceptivo.
Así, de la misma forma que el electrocardiograma (ECG) monitorea la actividad cardíaca, el electromlograma (EMG) empleado en el biofeedback revela las fluctuaciones tensiona-les de los músculos.
Este registro continuo, perceptible y fidedigno es usado tanto en la elaboración del diagnóstico como en la aplicación de la terapia. Paciente y terapeuta actúan en conjunto, con el primero desarrollando un proceso propio de aprendizaje corporal. Los especialistas aseguran que en seis sesiones de treinta minutos cada una, cualquier persona es capaz de aprender más sobre el propio cuerpo y su postura que durante años de entrenamiento tradicional.
Entre los instrumentos usados en el campo del biofeedback se incluye el medidor de la resistencia eléctrica de la piel capaz de medir el estado de relajación de un individuo. Cuanto mayor la resistencia de la piel al pasaje de la corriente eléctrica, mayor la relajación y viceversa. Otro equipo, el electroencefalógrafo, hace una lectura detallada de las ondas cerebrales del individuo, que van desde las del tipo beta de alta frecuencia (ritmo del estado de vigilia) pasando por las ondas alfa (estado de relajación), ondas teta (semiadormecido), hasta delta (sueño profundo).