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miércoles, 23 de diciembre de 2009

Aceites aromaterapia


La aromaterapia
El olfato es capaz de enviar señales sexuales, de afectar a nuestras reacciones personales y a nuestro estado de ánimo. Pero la nariz no es más que una extensión del cerebro. No olemos con nuestra nariz, sino con nuestro cerebro. Cuando dos personas se conocen se juzgan instantáneamente desde un punto intuitivo y sensorial. Este fenómeno que los expertos llaman afinidad olfativa, es en gran parte responsable de las amistades y romances que experimentamos a lo largo de nuestra vida.

Nuestro olor personal viene determinado por los genes, el sexo, el tipo de piel, el color del pelo, la dieta y la edad. Más allá de la vista, del oído, del pensamiento racional se envían y se reciben en silencio miles de complejas señales olfativas. Cada vez que respiramos (16 veces por minuto), atraemos una gran cantidad de moléculas de olor que chocan contra los conductos nerviosos hasta llegar a nuestro centro olfativo. Allí, una compleja computadora sensorial procesa instantáneamente estos mensajes, es decir al rector de nuestras emociones, nuestra sexualidad, creatividad y memoria: el cerebro.


En los Estados Unidos, a 1 hora del almuerzo, los ejecutivos acuden a sesiones de aromaterapia donde les masajean el cuerpo con aceite antiestrés. En Japón, la empresa líder de la construcció ha instalado en sus oficina un sistema informatizado que permite soltar a través del reacondicionado determinadas fragancias.
Y es que en definitiva lo que se está descubriendo ahora, en aromaterapi, se viene utilizando por la humanidad desde hace miles de años. Sólo que recién ahora redescubre su importante rol.

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